domingo, 26 de febrero de 2017

Rosa sin espinas

"A mi querida melliza Sonia"

No desearé el calor de tu vientre,
no pisarás mis deseos,
ni besarás las palabras,
tiernas a la sazón,
para dormir en tu almohada.

Pero eres el atardecer abrigado,
espoleas mi sonrisa,
mano tendida sin aviso
salvando el impar.

No te prometeré el sudor de la noche,
ni te sembraré en otoño
para cortar tu flor en primavera,
no te eternizaré en un ejército de hormigas
que cosquilleen tu piel.

Pero traes madera para cruzar los baches,
tu tierra es llana,
un sendero de ternura.
Tus palabras son anillos sin compromiso
y tus horas son eslabones engarzados.

No comerás para dos por mí,
ni brindaremos con manteles de campanas,
no habrá baile bajo lámparas de lágrimas,
ni lágrimas de reconciliación,
ni nata al punto de miel,
no habrá desfile de rosas blancas.

Pero pasearemos nuestras canas
cogidos de la mano,
como dos palomas blancas que se buscan
y se posan en el árbol de la vida
sin etiquetas en nuestros trajes de plumas.

Ni carne, ni pescado,
dos amantes retirados,
ni gozo, ni pecado,
pero el mismo amor replicado
sin alcoba de cuerpos agotados,
simplemente amor al fin y al cabo.

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