lunes, 13 de diciembre de 2010

Una llamada a la vida Conmigo Primera llamada….

Recuerdo una mañana que me levanté en otra cama que no era la mía, entre paredes que aún no reconocía, a una hora que un lunes jamás hubiera pensado que, siendo no festivo, podría desencadenar tal resaca de incertidumbre. Tenía el cuello destrozado, no encontraba la almohada (realmente no había dormido con almohada). Miré a mi derecha y ví un rostro que, a priori, no me era familiar. Conforme fui despegando las lágrimas solidificadas de mis ojos, como en una película en la que James Bond se recupera de un fuerte golpe en la nuca, pero como buen héroe no le supone secuela para seguir con su misión, voy despedazándome del hastío de la inconcupiscencia del momento, pues me veo como un alma refleja que observa desde fuera el cuerpo corrupto por una noche de alcohol.
No se si es un sueño que recuerda al momento actual o realmente estoy viviendo el mismo momento soñado pero en diferente escenario. El caso es que ahora mismo he vuelto a mirar a mi derecha y el rostro ha cambiado, es más, el olor ha cambiado, o mejor dicho, emana un olor que anteriormente no existía. Menuda confusión, no reconozco ese olor, pero me noto aún más trastornado al inspirar con fuerza, como si con ello absorbiese mejor los caracteres definitorios del perfume que trastoca momentáneamente mi mente. Me acerco, conmocionado (pues tengo un dolor de cabeza que me provoca deseo de arrancármela como un casco de moto), al cuerpo, que descubro desnudo, postrado sobre la cama. Deslizo mis dedos sobre su espalda y descubro brevemente debajo de la sábana, que cubre el coxis, una fisionomía femenina de la que emana el olor, avinagrado, reciente y resultado de un momento de estrés físico víctima de un  acalorado ejercicio súbito, y que conociéndome, me supongo breve.

         No salgo de mi asombro, ¡Yo!, que tratando de salir del atolladero en el que me encuentro, me despierto junto a una persona, desconocida y con la que parece que ¡he compartido más que un momento de radio para dormir!, (enfatizo el momento, no por triunfal, sino por la pérdida de libido que sufro desde hace unos meses, y que parece recuperada).
Empiezo a deambular por la estrechez del dormitorio, preguntándome, ¿dónde estoy? y ¿cómo he llegado hasta aquí?. Despejo las cortinas de la ventana y me asomo vislumbrando un bosque de pinos que me hace sentirme más confundido aún. ¿Qué es esto?, pero ¿cómo he llegado hasta aquí?. Comienzo a ponerme nervioso y se me ocurre mirar entre las ropas esparcidas por el suelo buscando mi cartera, para ver si soy quien creo ser, (me siento sumido en una paranoia descomunal, en un sentimiento de bipolaridad, de no creerme ser quien soy).
Mi ropa no está, comienzo a sudar, a pensar en que pudo pasar anoche, que pude hacer para estar como estoy, y la frente se humedece hasta tal punto que las gotas de sudor discurren por mis sienes sin sentirlas caer hacia el vacío, siendo éste por ejemplo mis pies, pero al no sentir el tacto de las gotas romper, me siento sumido en el aire, perdido, confundido. No creo lo que me está pasando, no conozco lo que está sucediendo en mi vida….

         De repente, el cuerpo de la chica se gira, aparta suavemente el pelo que le cubre la cara, y descubre su rostro, y se queda mirándome con ánimo de decirme algo, pero mi cara desencajada del susto (y es bella la mujer) se adelanta a su iniciativa desesperadamente y pronuncio con la voz rota: ¡pero que haces tú aquí!....

3 comentarios:

  1. Mmm...intriga, desconcierto, embriaguez y locura!!!Pero que bien pinta todo esto! Bienvenido a tu nueva dimensiónweb para todo ese talento que te rellena la cabeza!

    Besicos ;)

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  2. Enhorabuena!!..esto tiene muy buena pinta..y como te he dicho hace un ratillo..me encanta primo!!...

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  3. Me encanta, Pedri!! lo mejor q tienen tus relatos es lo cercano de lo q narran, lo q nos identifica en un momento u otro de la vida!! sigue haciendonos disfrutar de ese coco q tienes chiquillo. un abrazo. POr cierto, oxi??jajajaja, q bueno

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